La gente del pueblo se intriga por su regreso, y se empiezan a esparcir
rumores de que han andado en malas cosas.
Sin embargo, los Cano solamente quieren el bien. Convencen a sus amigos de que lo que están viviendo es absurdo, que, con las ideas del General, todo sería diferente, que habrá igualdad en el país. Sus intenciones no son malas pretenden vivir su vida tranquila en el pueblo que los vio crecer, junto a la gente que les cae bien y tienen buena amistad. Cipriano, uno de los Cano pretende tener un romance con Eulalia, una muchacha del pueblo, pero su madre trata de hacer todo lo posible por evitar que eso pase ella, es de las muchas que piensa que los Cano son malos.
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